Desde que se conoció el grupo del mundial y el cuadro que le
tocaría a la selección Colombia en caso de pasar la primera fase, periodistas e
hinchas han concordado en que en el mejor de los escenarios, el equipo de todos,
a lo máximo que podría aspirar es a igualar la actuación de Brasil 2014 donde
se alcanzaron los cuartos de final, y que pasar de esa instancia es una epopeya.
¿De verdad sería una epopeya? Para mí no, para mi jugar
siete partidos en el mundial de Rusia es más que una posibilidad, para mi es
una cuestión de creer.
Creer, como cuando sin aire en los pulmones, los más de
3.600 metros de altura de La Paz sofocaba a los jugadores y tras el empate
boliviano a poco del final, en una jugada de contragolpe y sin oxígeno nos
trajimos los tres puntos del altiplano.
Creer como en Santiago, cuando todo parecía perdido, un
desborde de Muriel terminó en una media vuelta de James que dejó en silencio al
Monumental.
Creer como en Asunción, y sin James, gritamos victoria con
una pincelada de Cardona que se puso la diez.
Creer como en Barranquilla, cuando parecía que Uruguay nos
remontaba el partido, una galopada de Mina y un salto al vacío nos dio un
empate con sabor a garra.
Creer como en Quito, donde con fútbol bonito y efectivo
eliminamos a un rival directo.
Creer como ante Brasil en Barranquilla, contrarrestamos al “jogo
bonito” con garra y corazón. Y un zarpazo del tigre nos puso a tiro del
mundial.
Creer, si creer, porque este equipo a lo largo de estos
cuatro años supo lo que es caer de rodillas, tocar fondo y levantarse más
fuerte. Probó el amargo sabor de del exceso de confianza ante Paraguay en
Barranquilla, y aprendió la lección de que no se gana de camiseta.
Porque creer no es cuestión de fe, la fe depende de un
milagro, creer es más humano, creer es una cuestión de convencimiento, creer es
levantar la cabeza y mirar a los rivales sin complejos como cuando faltaron segundos para quitarle el invicto a la España de Lopeteguí que tuvo que echar mano de sus mejores jugadores para no caer derrotado ante la tricolor.
Creer es meter un golpe al tablero, alzar el puño en señal de revolución y cachetear a los franceses en el mítico Saint - Denis tras ir perdiendo 0-2.
Si porque creer es derrotar los
miedos, hacerle pistola a la historia y escribir un nuevo legado.