jueves, 24 de noviembre de 2016

Adiós al gran capitán


 

En estos tiempos modernos de multimillonarios dentro del fútbol, de transacciones exorbitantes que hacen que se pierda el sentido de pertenencia y que jugadores besen uno y otro y otro escudo a lo largo de sus carreras, ya se ve extraño que existan futbolistas que guarden fidelidad a un club. Ese es el caso de Steven Gerrard.

El gran capital, el corazón y el emblema del Liverpool, ese mismo que declaró en repetidas ocasiones que su mayor sueño era "jugar para el equipo de su ciudad", frase que de su boca suena a poco para todo lo que el mítico ocho vivió y le regaló al onceno de la ciudad de los Beattles por 17 temporadas. Sin duda que el You´ll Never Walk Alone que baja de las gradas de Anfield, jamás sonará como aquella tarde del 16 de mayo de 2014 cuando ante el Crystal Palace el gran capitán jugó su último partido con los reds, y seguramente ya no suena igual desde que el dueño del brazalete de capitán dijo adiós, en lo que para para muchos fue considerado como un acto de traición, pero para mi fue un acto de amor, si, de amor al Liverpool y amor al fútbol.

"Abran mis venas y sangraré el rojo del Liverpool", frase que eriza la piel al leerla y enterarse que la dijo Steven Gerrard, un hombre poco mediático, de pocas palabras y de intachable reputación dentro y fuera del terreno de juego. De esos pocos jugadores que imponen respeto sin necesidad de actuar como chicos malos ni de llenarse de tatuajes para aparentar agresividad,, un tipo con un carácter de líder sin necesidad de hablar mucho y con un talento y visión incomparable. Lo que más recordaré de Gerrard será su gran precisión en los pases largos, las asistencias a 30 metros eras su especialidad, gestos técnicos que hacían que me levantará de mi sofá para aplaudir tan perfecta cualidad.

Recordaré aquella final de Estambul de 2005, cuando definitivamente me enamoré de La liga de Campeones. Con un 0-3 en el primer tiempo, parecía que el Milán se llevaba la orejona, pero en una épica remontada iniciada por Gerrard comprendí por fin lo que era la jerarquía.

Diez años después de ese mítico encuentro Steven Gerrard dejó a su equipo, se fue en la temporada 2015 sin bombos ni platillos. Sorpresivamente no colgó los botines, Los Ángeles Galaxy de la MLS fue su destino, cambió de camiseta, y  lo hizo porque vio que a sus 34 años ya no tenía la mismas cualidades físicas que lo llevaron a ser emblema de Liverpool por 710 partidos, se fue para darle paso a una nueva generación, porque sabia que permanecer en la escuadra iba a ser una gigantesca sombra para sus compañeros y una presión constante para el entrenador de turno, así que él decidió irse lejos, al otro lado del charco, no se retiró en el equipo de su corazón por que tiene otro amor, así es, otra amante y es el fútbol, quería seguir jugando, y buscó la solución más salomónica que pudo, irse a Estados Unidos para nunca enfrentar a su primer amor.

Se despidió un gigante, una leyenda, que seguramente como declaró el día de su retiro, seguirá ligado a sus dos amores en un futuro próximo usando en chandal de entrenador.

martes, 15 de noviembre de 2016

En defensa de Pékerman


Tres veces campeón mundial juvenil, méritos que para muchos puede ser poca cosa, pero hay que armar un equipo con jugadores que no son mediáticos, que muchas veces ni siquiera han jugado un partido como profesionales y sacarlo campeón, creo que ahora no parece tan sencillo, o si? Con la mayor albiceleste, hasta antes del mundial de Brasil, hizo la mejor campaña desde el mundial de 1990. Llegó a cuartos de final y fue eliminada por penales por el anfitrión del mundial de 2006 (Alemania).

Si bien el entrenador argentino ha cometido errores en la convocatoria, formación y cambios durante esta eliminatoria, creo que el país es injusto al achacarle toda la responsabilidad por la situación que de momento nos tiene fuera del mundial, jugadores, periodistas  e hinchas tenemos también culpa en esta crisis que nos tiene sextos en la tabla.

Responsabilidad de jugadores.

El mayor problema de don José, para mí, es que confía demasiado en sus jugadores. Desafortunadamente y así me duela admitirlo, hay una gran diferencia entre los argentinos y los colombianos, y no hablo de la calidad futbolística, que sinceramente para mí es mayor en tierras cafeteras. Habló de la mentalidad. Ellos ganan antes de jugar, sacan resultados a punta de garra y huevos, cuando su fútbol es nefasto, mientras que nosotros jugando bien o mal entramos a la cancha con el partido perdido antes del pitazo inicial y llenos de nervios cuando jugamos cosas importantes. 

Muchos dirán: “Es que Argentina es bicampeón de América”, yo les contesto: Y es que nacieron siendo campeones? Fue un proceso, largo pero continuo. El ejemplo más claro de pasar de ser un perdedor a una potencia es España, para mí un equipo con mucha similitud en su historia con Colombia. Hasta el 2008, era una selección que quedaba en promesa en los torneos internacionales, sacando chapa por una Eurocopa ganada en 1964, y con grandes procesos en juveniles. Pero en 2008 cambió el chip, se creyó el cuento de que eran los mejores y marcaron época.
Colombia saca chapa de su única Copa América ganada en 2001, ha tenido grandes procesos en juveniles, ganado varios Torneos Esperanzas de Toulon y haciendo grande mundiales en categorías menores, tiene una camada de envidia, solo falta cambiar el chip perdedor.

Responsabilidad de la prensa.

Muchos criticaron el debut de Borja ante Chile, Borja el tercer máximo goleador del mundo en la actualidad, al que no le dieron un solo pase profundo ni una pelota limpia, salvo el centro que definió y que increíblemente atajó Claudio Bravo, en una jugada que es más virtud del portero que defecto del definidor. Estoy seguro que la mayoría de los que criticaron la alineación del delantero cordobés, son los mismos que criticaron a Pékerman cuando llamaba a jugadores como Santos Borré y los mandaba a la tribuna en los partidos. Malo porque juegan y malo porque no juegan, así somos.

Responsabilidad de los dirigentes.

"Los dueños del negocio", se olvidan que para generar plata se necesita hacer un buen espectáculo, y en el fútbol eso significa tener buenos jugadores. Una de las mejores reglas que personalmente creo tuvo la Federación, fue la de alinear un jugador sub-20 en los partidos de la Liga, todo para darle rodaje a los jóvenes talentos en vísperas del mundial de la categoría de 2011. Una regla que si bien fue poco popular entre los equipos, ayudó a formar a grandes jugadores de la actualidad como Cardona, Muriel, Santiago Árias, Duvan Zapata entre otros.

Ahora se viene el suramericano Sub-20 en Ecuador, que se realizará en enero, veremos que tenemos pensando en un futuro, ojalá tengamos jugadores que puedan ser acogidos por la selección mayor en un corto plazo.

Responsabilidad de los hinchas.

Basta ya de ese canto pendejo de “oeoe, oeoa, que mi Colombia va a ganar”, es una porquería, necesitamos apoyar al equipo, en especial cuando estamos en casa. El Metropolitano lleno es imponente, pero de qué sirve si es un cementerio? Tantas barras que tenemos en el país y no podemos componer un puñado de canciones en apoyo a lo más lindo que es la selección? Le pedimos a los jugadores que lo den todo, pues demos todo desde la tribuna, compongamos cantos repartámoslo a los aficionados y seamos ese plus del jugador número 12. Volvamos a Barranquilla el infierno de Sudamérica, no solo por el calor, también con el empuje.

La culpa no es solo de José Pékerman, la culpa es de todos.


viernes, 11 de noviembre de 2016

No va a ser fútbol, será una guerra





"Donde no llega tu calidad, llegan tus cojones", frase del defensor español Carles Puyol que cae muy bien para el partido del próximo martes en San Juan entre Argentina y Colombia, sin duda dos de los equipo que actualmente juegan el peor fútbol  del continente y que atraviesan una crisis de resultados que los tiene haciendo cálculos para ir al mundial. Dos equipos con nóminas más que respetables que no encuentran el camino del buen juego y que a trancazos han sacado resultados que los tienen todavía en la pelea.

Argentina, con el mejor jugador de la actualidad, y con el mérito de haber llegado a tres finales internacionales, algo que para mi es para aplaudir a pesar de tener la mala fortuna de perderlas,  entró en shock tras la sanción a Bolivia de la FIFA, que le dio tres puntos a Chile, con los que el equipo austral los desbancó del cupo del repechaje y Colombia, que ahora recuerda con nostalgia esa selección de obreros con hambre de gloria, que recuperó el respeto perdido tras 16 años de ausencia en mundiales jugando un fútbol ofensivo y colectivo con el que hicieron la mejor actuación de la historia en las copas del mundo.

Dos selecciones que se verán las caras en medio de fuertes críticas por su mal juego, y con un secreto que nadie  se ha atrevido a decir en voz alta. Perder en San Juan es tener pie y medio fuera de Rusia. Ya no hay tiempo para errores, después del martes quedarán siete partidos, en un calendario que parece una tortura.

De perder Argentina quedaría con 16 puntos, y si se dice que se clasifica con 30, tendría que hacer 14 de 21 en juego, su calendario después de Colombia es el siguiente: Local ante Chile, visitante ante Bolivia, visitante ante Uruguay, local ante Venezuela, local ante Perú y termina visitando a Ecuador

Colombia por su parte, de caer ante los gauchos quedaría con 18 puntos y tendría que hacer 12 para llegar a los 30, su calendario es: Local ante Bolivia, visitante ante Ecuador, visitante ante Venezuela, local ante Brasil, local ante Paraguay y termina visitando a Perú.

Quien la tiene más complicada?  Es una pregunta demasiado difícil de contestas, lo cierto es que el martes los dos países tienen que entrar a ganar y a pesar de la carencia de buen juego, en el fútbol también se gana con huevos y garra. El 15 de noviembre en San Juan no será un evento deportivo, será una guerra.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Madrid vs. Legia, la saga completa de Rocky Balboa




El Madrid salió al campo del estadio del ejército polaco como un boxeador sin técnica, muy al estilo de Rocky Balboa, un pegador con puños de hierro pero con una defensa débil. A diferencia del protagonista de la zaga, el equipo blanco (vestido de negro y morado) disputó su encuentro ante el Legia Varsovia en un campo vacío, y como un flamante campeón impuso su coraje segundos después de sonar la campana.

un latigazo de Bale, envió a la lona al equipo polaco que no pudo reaccionar a la velocidad del ataque madridista, un golpe que llenó de confianza al campeón, tal vez demasiada, pues bajó la intensidad y solo volvió a pegar a pocos minutos del final del primer asalto cuando Benzema puso el dos a cero.

El Madrid alzó los brazos y se subió a las cuerdas del ring celebrando lo que pensó era un nocaut. Pero el Legia fiel a su disciplina militar, no se rindió, se levantó de la verde lona del cuadrilátero antes de que el referí terminara el conteo.

Con dos caídas los polacos no tenían otra alternativa más que atacar al Madrid, si querían recuperar algo del orgullo perdido. Y a pocos minutos del final del primer round, un bombazo de Ofoe dejó tambaleando al merengue. El golpe abrió una herida profunda en la zona central del equipo español, el campeón de Europa sangró, mostró que era terrenal.

El entrenador Jacek Magiera, con su pelo blanco, me trajo el recuerdo de Mickey Goldmill, el mentor de Rocky Balboa, y por la actitud con la que salió su equipo en el segundo asalto, me hizo pensar en aquella frase que el viejo cascarrabias le dijo al "semental italiano" cuando después de recibir una paliza del boxeador Iván Drako, Rocky pudo con un golpe cortar el rostro del gigante ruso. "Sangra, no es una máquina" recuerdo ese grito del gran Mickey a un Rocky que moribundo tomaba aire en su esquina antes del inicio del round.

El Madrid no pudo parar la hemorragia de su zona central, ese color rojo de la sangre actuó como una muleta para el feroz toro del Legia, que sin compasión y sin prejuicios salió en segundo tiempo a tumbar al gigante, a ese gran golpeador que no se sabe defender, que perdió la iniciativa al verse herido y que estuvo a punto de ser noqueado tras dos zarpazos de su rival. Cuando pintaba para escándalo, Kovacic puso orden y emparejo los golpes. Al final un empate técnico, el Madrid sigue siendo el campeón invicto, pero al igual que Apolo Creed en Rocky I, terminó con su cuerpo y orgullo herido.