lunes, 1 de enero de 2018

Se va un ídolo que deja mucho (Armani), llega un ídolo que dejó poco (Gio)



Las historias de Franco Armani y Giovanni Moreno en Atlético Nacional sin duda no pueden estar entrelazadas a pesar de que los dos son ídolos de la hinchada verdolaga. Mientras que el portero argentino se ganó a punta de disciplina, paciencia y títulos  su lugar en el corazón del hincha verde, a Gio solo le bastó nacer en Antioquia y celebrar unos cuantos de sus  44 goles con la camiseta verde y blanca besando el escudo.

Armani se va de Nacional tras siete años, en los cuales tuvo que soportar ser el tercero y hasta el cuarto portero y  una lesión de ligamento cruzado, pero deja en las vitrinas del club 13 títulos, entre ellos la tan anhelada segunda Copa Libertadores que sin duda alguna tiene su sello, pues demostró que un guardametas puede ser el bastión de un equipo campeón sin necesidad de ser un Chilavert, Higuita o Rogerio Ceni.

Armani se va para cumplir un sueño, el de jugar un mundial, se va porque vio que en Colombia una posible convocatoria a la selección de Pékerman iba a dividir a un país, se va porque sabe que es el mejor portero argentino del momento y que por esas cosas del ego de los gauchos  sus posibilidades de llegar a la selección de Sampaoli son nulas si sigue jugando en la liga colombiana (a pesar que Goycochea fue la gran figura de Argentina en el mundial de Italia 90 jugando en Millonarios).

En contraste Giovanni Moreno vuelve al onceno paisa tras ocho años, después de una carrera que a mi parecer fue muy discreta para su talento (Racing y el Shanghai Shenhua). Regresa buscando continuidad para lograr un cupo en la lista de los 23 convocados al mundial de Rusia, vuelve al que siempre dijo ser el club de sus amores, palabras con las que se ganó una hinchada que lo ama, pero con la que tiene una gran deuda. Moreno jugó en Nacional en una época oscura para el equipo antioqueño que  incluso fue penúltimo en un torneo, algo impensado en la actualidad. Ahora los ídolos verdes no se forjan besando la camiseta, se forjan ganando títulos y levantando trofeos cosa que el nacido en Segovia no hizo en su primera etapa con el verdolaga.


La partida de Armani deja un vacío en el equipo, no solo se va el mejor portero de la historia de Atlético Nacional, se va un referente, un jugador que le generaba tranquilidad , confianza y espíritu ganador, un líder, y ese papel de líder solo puede ser ocupado por otro ídolo, Gio tiene esa misión, pero esta vez no basta con hacer unos cuantos goles y besar el escudo de la camiseta, esta vez tiene que levantar copas.

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