lunes, 13 de noviembre de 2017

La caída del imperio



Cohorte es una unidad táctica militar utilizada en los tiempos del imperio romano, una estrategia de batalla que contaba con tres líneas de ataque.

 La azurri trato de emular aquellas legiones del imperio en San Siro para darle vuelta a la serie ante Suecia. La primera línea de batalla fue desplegada en la entonación de los himnos.

Lo silbidos y el irrespeto por la canción patria de los escandinavos pretendía asustar a los soldados vestidos de amarillo, pero esa táctica provocó todo lo contrario, el delantero Berg lanzó un alarido de rabia e indignación a sus compañeros tras el final de la música, como diciendo a estos los vamos a dejar callados. Incluso el capitán italiano, al ver que no era miedo sino ira lo que sentían sus rivales, trato de calmarlos aplaudiendo mientras todo el estadio de Milán silbaba.

La entonación del himno italiano, fiel a esa mística que siempre genera fue un espectáculo, San Siro adorno las notas de la canción italiana tiñendo sus graderías con el verde, blanco y rojo de la bandera. Mientras que sus jugadores abrazados entre si dejaron la garganta entonando la letra. Un acto que, si bien puede hacer temblar las piernas de cualquier rival, a los fríos suecos no pareció conmover en lo más mínimo. La estrategia de amedrentación no funcionó.

La segunda línea de cohorte utilizada por los italianos en busca de la clasificación fue la posesión de pelota que llegó a ser de un 75%, a pesar de esto el esquema defensivo de los vikingos fue inquebrantable, y los cuatro veces campeones del mundo, desarrolladores del famoso catenaccio no pudieron descifrar la grieta del bloque sueco, que tal vez después de lo visto en la cancha del estadio de Milán pueda ser una nueva escuela defensiva, donde la presión al primer toque y la marcación en zona fueron vitales para el éxito en tierras italianas.

Con la posesión de pelota, esencia del juego desarrollado por Josep Guardiola, ese que antes del partido de vuelta Giorgio Chiellini culpó de acabar con el estilo de juego de la azzurri, Italia no fue profunda y sí muy imprecisa, lo que generó varios sustos en la portería de Buffon con los contra goles, incluso el árbitro español dejó de pitar dos manos en el área italiana, que no se si en la portería sueca hubiera hecho lo mismo. La segunda estrategia de la legión fue inútil.

La tercera línea de los italianos y su último recurso fue la de los centros al área, un plan suicida, producto más del desespero. Las torres suecas le hicieron frente al bombardeo, no se sonrojaron por rechazar a cualquier lado todos los balones que caían en su área, y cuando no podían, fue la diosa fortuna en forma de mala puntería que salvó a la portería de Olsen. La tercera línea fue fácilmente desarticulada, más aún cuando Chiellini en vez de estar en el área luchando por un cabezazo era el que tiraba los balones desde la punta izquierda.

Incluso Buffon que se había vestido con una armadura oscura quizá con la intensión de ser la bestia negra de Suecia, fue en busca de los centros sin suerte. Su uniforme negro se convirtió en un traje de luto, sus lágrimas dieron fin de su trayectoria en la selección, el final de una era y el adiós al sueño de jugar su sexto mundial.

Cita una de las estrofas del himno italiano: “Juntémonos cohorte, estamos preparados para la muerte, Italia llamó”. Los guerreros acudieron al llamado, pero cayeron derrotados.

jueves, 12 de octubre de 2017

Sudamérica no respeta monarquías


Pueblos  que hace más de 500 años le dijeron basta a hacerles reverencia a los reyes, que dijeron basta al reconocer a  un monarca vestido con oro y corona, que lucharon por ser libres, que derrocaron dictaduras y que en algunas ocasiones se enfrentaron entre ellos mismos.

Sudamérica se formó a partir de la lucha, la revolución y la rebeldía. Y su fútbol no es ajeno a  estas características.

En el sur del nuevo continente, donde los niños comienzan a jugar en la arena caliente descalzos, en la tierra erosionada o en los verdes potreros encerrados en alambres de púas que tantas camisetas rasgaron cuando se intentaba recuperar el balón tras un centro o disparo al arco desviado, el fútbol  no se siente como un hobbie, se siente como una oportunidad de vida, tal como lo describió alguna vez el  periodista argentino Ernesto Cherquis Bialo: “porque para el que tiene hambre, el éxito es la única salida”.

El fútbol es esa salida que muchos suramericanos ven al hambre que duele, al hambre visceral. Por eso este deporte que tanta emoción genera en el mundo, en este sector del planeta se vive como una batalla por la vida.

Acá no se gana de camiseta, ni de escudos con estrellas o trofeos en el pecho. Un ejemplo es Brasil que con sus cinco campeonatos mundiales, hasta la fecha siete de la eliminatoria le costó tanto ganar que  cambió de entrenador tras malos resultados. Acá se gana dejando sangre, sudor y lágrimas en la cancha.  

Incluso Messi, considerado por muchos como el monarca del fútbol mundial, alabado en todos los estadios del viejo continente, le costó más de lo pensado  llevar a su país al mundial. Las habilidades del heredero de Maradona en muchos partidos fueron insuficientes para darle una clasificación anticipada a la albicelente.

Desde niños se aprende que no importa si juegas al fútbol por mucho o por nada, siempre hay que ganar, siempre hay que luchar y dejar todo en la cancha. Por eso a pesar de que equipos como Venezuela y Bolivia  se despertaron del sueño mundialista muy temprano, nunca dejaron de jugar por el orgullo y complicaron el andar de todos los clasificados.

Acá se aprende a que no solo se juegan con las piernas, se juega con el corazón y que mientras esté latiendo habrá fuerzas para luchar, como lo hicieron Paraguay y Perú a quien daban por muertos. Los Guaraníes cayeron en la última batalla y los incas lograron entrar al repechaje tras 35 años sin ilusión mundialista.


La anarquía del fútbol suramericano y el rechazo a la monarquía, quedo en evidencia con la eliminación de Chile, doble campeón de América,  que pese a luchar por el respeto del continente, no pudo doblegar a los que pretendía llamar súbditos de su reinado.

miércoles, 11 de octubre de 2017

Fue un acto de fe


Deuteronomio 11:24 dice: “Todo lugar que pise la planta de tus pies será tuyo; Desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Eufrates hasta el mar occidental será tu territorio”, más que un pasaje bíblico es un acto de fe. Así lo sintieron los jugadores de Santa Fe en 2012 cuando adoptaron esta frase y después de 37 años salieron campeones, y así lo sintieron Camilo Vargas (campeón con Santa Fe en 2012) y Radamel Falcao en la noche de ayer en Lima. Los dos, salieron a la cancha del estadio Nacional descalzos en la previa del partido ante Perú,  convencidos de que se podía clasificar porque la fe seguía intacta.
Colombia llegó golpeada  en su orgullo,  con más dudas que certezas tras el cachetazo de humildad y de coraje de los paraguayos en Barranquilla.  El equipo que nunca jugó como equipo en la eliminatoria, tenía que unirse para lograr el objetivo de ir al mundial.
Tras un primer tiempo de pocas llegadas, de más desgaste que juego, los dirigidos por Pékerman lograron ponerse adelante en el marcador copiando una formula muy guaraní. Pelotazo profundo del portero David Ospina, que Duván Zapata (la sorpresa de la alineación) bajo a una zona donde tres peruanos marcaban a Falcao, el goleador fiel a su apodo felino, protegió el balón con su vida en el capo donde minutos antes caminó descalzo, logró generar un espacio y sacar la pelota de la férrea marca de los incas para que James Rodríguez con un disparo seco y con furia vulnerara la red de Pedro Callese.

El silencio lapidario del  Nacional solo se rompió con los insultos que bajaron de la grada contra el 10 colombiano que celebró con rabia, tocándose el pecho con su dedo índice, como si expresara “aquí estoy yo, en los momentos más duros aparezco”, como si le enviara un mensaje a todos sus críticos como cuando desde una ventana de la sede de la Federación Colombiana de Fútbol hizo una pistola con su mano y después fue gran figura en el juego ante Ecuador en Quito. Ya es la segunda vez que el crack colombiano demuestra que cuando más críticas recibe, es cuando más bocas calla, así como hacia otros diez, el argentino Diego Maradona en sus mejores tiempos.
Con la derrota parcial Perú quedaba sin su sueño mundialista, parecía que los 35 años sin ir a copas del mundo seguirían sumando. Decidido a romper esa racha se fue al ataque con todas sus armas, metió más delanteros en cancha y comenzó a replegar a Colombia, que se equivocó a la hora de poner en práctica la expresión “metan huevo”. Dejaron de correr para empezar a chocar, renunciaron a jugar para dedicarse a rechazar a cualquier parte la pelota y cometieron varias faltas cerca al área. En una de ellas Paolo Guerrero, el líder inca que veía como se esfumaba su última oportunidad de ir al mundial, se arriesgó a cobrar una falta indirecta sin hacer dos toques, con la fortuna de que James en la barrera la rozó y Ospina también la tocó sin lograr desviarla de la portería.
El empate más la derrota de Chile ante Brasil y la victoria de Venezuela ante Paraguay, dejaba a Colombia clasificada y a Perú en repechaje, algo que dejó conforme a los dos equipos que decidieron no hacerse más daño. Colombia le cumplió a Falcao, el delantero que nos clasificó a Brasil y que no pudo jugar por una lesión, ahora tiene la oportunidad de revancha, de anotar goles en el torneo más importante del fútbol mundial.


   

viernes, 6 de octubre de 2017

Clasifiquen por Falcao



“Hoy solo puedo sonreír por haberlo intentado hasta el final”, fue el mensaje que Falcao expresó tras quedar fuera del mundial de Brasil. El artillero colombiano pese a luchar hasta el último día, no pudo recuperarse de la rotura de ligamento cruzado que sufrió el  22 de enero de 2014.

La vida fue injusta con el delantero que fue el principal responsable de la clasificación de la tricolor a la copa del mundo tras 16 años de ausencia.

Hoy el tigre está a punto de quedarse  nuevamente sin  mundial, pero esta vez no por su condición física, si no por la falta de compromiso y profesionalismo de un equipo que lo abandonó.
Colombia  salió a la cancha mirando por encima del hombro a los paraguayos, sacando chapa de jugar en los mejores equipos del mundo, cosa que hace cuatro años no era así.

Antes del mundial de Brasil, salvo un par de jugadores, los integrantes de la selección Colombia  jugaban en equipos de medio orden, y en buena medida gracias a los nueve goles de Falcao en la eliminatoria pasada que fueron vitales para clasificar a la cita mundialista de 2014 muchos llegaron a vestir las camisetas de las mejores escuadras del mundo, y los que no, de todas maneras mejoraron considerablemente su situación deportiva.

Gran parte de este grupo de futbolista que ha sido en varias ocasiones portadas de los diarios deportivos más reconocidos del viejo continente hoy integran  esta selección que hizo un papelón en la noche de jueves en Barranquilla. Parece que los que ya fueron a la Copa del Mundo perdieron el hambre de gloria, que se conformaron con tener en sus currículos un solo mundial,  digo esto porque los mejores en la derrota contra Paraguay  fueran Falcao, Chará y Cardona, que no saben lo que es escuchar el himno de su país en el torneo de fútbol más importante del mundo.


A esos jugadores que parece que no tienen motivación alguna para vestir la camiseta del país, les recuerdo que tienen lo que tienen por el mundial pasado y eso se lo deben en gran parte a Falcao, por él y solo por él deben romperse el alma en Lima, deben demostrar gratitud con el tigre que se merece jugar un mundial. Para que esta vez sonría porque lo logró.

domingo, 28 de mayo de 2017

Totti, el último emperador de Roma


La primera estrofa del himno de la Roma dice: “Roma, Roma, Roma… Corazón de esta ciudad… Único gran amor”. Es un canto a la fidelidad, ese sentimiento que desde hoy tiene una mejor explicación gracias a la carrera de Francesco Totti.

40 años de amor por la camiseta de la loba,  y 25 temporadas defendiéndola con sangre, sudor y lágrimas en 786 partidos.

Il capitano, lideró a un equipo de gladiadores para conseguir el tan anhelado scudetto en la temporada 2000/2001.  La Roma se consagró campeón de Italia tras 17 años, por tercera vez en su historia haciendo una campaña histórica de 75 puntos.

En su cuarto de siglo como emperador, Francesco Totti marcó 307 goles, dejando para el recuerdo de los fanáticos del fútbol  joyas como el que le hizo al Inter en el estadio Guseppe Meazza en la temporada 2005/2006 (un sombrero a Toldo desde la media luna,) y sus once goles a la Lazio su archirrival, que a pesar de ser enemigos acérrimos, despidió al 10 de la Roma con una pancarta que decía: “Totti la hinchada de la Lazio te saluda”.

El eterno capitán también será recordado por sus celebraciones, siempre con fervor y bordeando la locura que conllevaron a la creación de la frase "No Totti, no party". Pero dos especialmente quedaran en la memoria del fútbol italiano. Los dos festejos curiosamente fueron ante Lazio.


Y la segunda, seguramente la más recordada cuando se tomó una  selfie tras marcar el agónico empate en el derbi, fotografía que se volvió viral.

Un tipo de apariencia sobria, de pocas palabras, pero de gran poder de mando, como emperador que fue. Con una mirada, con un gesto ya sus gladiadores sabían qué hacer, su amor a la Roma y su espíritu de lucha le jugaron malas pasadas a sus nervios, cuatro expulsiones en su carrera, una de las más recordadas la patada que le pegó a Balotelli en un Roma - Inter.

Un tipo que por su talento también recibió duros golpes en batalla, como aquel guadañazo al tobillo de Paolo Montero en un Juventus - Roma, o la fractura de tobillo de la que fue víctima en febrero de 2006 que puso en duda su participación en el mundial de Alemania. 

Copa del mundo a la que llegó después de una recuperación milagrosa y en la que se consagró campeón y anotó un gol importante para Italia ante Australia de pena máxima..


La espina en el legado del último emperador de Roma será sin duda la no conquista de Europa, el trofeo continental fue esquivo para Totti, que se despidió jugando 40 minutos en su casa, el olímpico de Roma con una victoria 3-2 ante Genoa que deja a su amado equipo clasificado a la próxima  Liga de Campeones.

martes, 28 de marzo de 2017

Y se unieron la garra y el talento



El escenario no era el más cómodo, el equipo llevaba ocho partido sin jugar bien, cuarto en la tabla, viendo de reojo el repechaje y con tensiones entre jugadores y la prensa, que al igual que la mayoría de colombianos,  pensábamos que sacar un empate en Quito era lo máximo a que podíamos aspirar con la selección Colombia. Pero el entrenador argentino sacó su chapa y con un planteamiento atrevido dejó a todo un país averiguando por los costos de los tiquetes a Moscú.

Durante la semana se especuló con  un esquema con  tres volantes de marca, para aguantar la arremetida de los ecuatorianos en la temerosa altura, una formación  similar a la que jugó y perdió de manera abrupta 3-0 ante Argentina en San Juan. Pero Don José tenía otro plan, tuvo en cuenta la desesperación con la que entraba a la cancha del Atagualpa el equipo local y jugó con su necesidad.

Mas de uno, y me incluyo no vio con buenos ojos la titularidad de Cardona, por mi parte pensé que era dejar sin un recambio al equipo en caso de que las cosas fueran mal. Pero el entrenador argentino priorizó el talento al aguante, En el pasado he dicho que creo que Pékerman le tiene mucha fe a sus dirigidos, y que en muchas ocasiones con planteamientos atrevidos ha pagado caro por la falta de concentración y jerarquía de los hombres que puso en cancha. Su mentalidad ganadora a veces no convence a sus dirigidos. Pero esta vez en Ecuador cuando Colombia se jugaba la vida, los futbolistas entendieron el mensaje y activaron el chip de equipo ganador.

Ese chip de equipo grande, de jerarquía, que fusiona en una perfecta combinación el talento y la garra, tal como hoy mostraron los colombianos, que salieron como fieras, con el orgullo herido, y descargaron toda la ira y frustración de la semana en el Atagualpa, callando muchas bocas, entre esas la mía. Con cada gol que celebré, sentí pena de mi mismo por todo lo que dije y escribí durante la semana. La selección hizo algo que me encanta,  y es que me cierren la boca con argumentos y con juego.

Hoy vi jugar a ese equipo que me hizo vibrar, que me ilusionó en el pasado mundial. A esa selección a la que eternamente estaré agradecido por tanta alegría que me hizo sentir en el verano de 2014.

Volvió el juego en conjunto, las sociedades funcionaron, la defensa estuvo sólida, Santiago Arias comenzó con problemas para parar las subidas por su punta, pero se recuperó, con el paso de minutos fue una muralla, se llenó de confianza y sirvió al equipo como salida por su costado, Farid Díaz tenía la misión de guardarle la espalda a Cardona ante la posible subida de Valencia, lo hizo bien, marcó jugó con confianza se asoció con los volantes y nunca se vio en dificultades. La pareja Yerri Mina y Cristian Zapata, fueron un muro, impasables, rápidos en el anticipo, fuertes e inteligentes en la marca, sin duda se consolidaron como la dupla central titular, Abel Aguilar y Carlos Sánchez, para mi los mejores del partido, sincronizados, atentos para meter, y rápidos y certeros para salir jugando, ejemplo de esto fue que de los pies del jugador de la Fiorentina nació la jugada del primer gol.

Cuadrado metido en el partido como hace mucho no lo hacia, corriendo, tocando y tomando buenas decisiones. Edwin Cardona como siempre atrevido y talentoso hoy además corrió recuperó y marcó de manera más que sobresaliente a Antonio Valencia que no pudo ser el motor de Ecuador, James siempre determinate, sin un juego brillante fue el gestor del triunfo, gol y asistencia para el capitán, Borja arriba todo un titán, peleando mano a mano con los centrales ecuatorianos, hizo un juego de desgaste con el que evitó que el rival se fuera encima del arco de Ospina.

Los cambios no desentonaron, Mateus Uribe entró y tuvo que suplir la posición de Arias tras salir acalambrado, Daniel Torres entró igual de sincronizado, organizó al equipo y manejó los tiempos, y Bacca se unió al trabajo de desgaste de Borja, con su presencia y movilidad no dejó que los ecuatorianos se fueran con toda hacia la portería colombiana.

Hoy Colombia volvió a enamorar, está segunda y mostró sangre, orgullo, garra y sobre todo corazón. Valores que complementados al talento y el juego en conjunto pueden hacer que un equipo sea imparable.

lunes, 16 de enero de 2017

Dicen que nunca se rinde


“Dicen que nunca se rinde” remarca la frase que adorna una de las tribunas del Ramón Sánchez – Pizjuán y que hace parte de una de las estrofas del himno con el que los aficionados rojiblancos cantando a capela, le dan la bienvenida a su equipo en la capital de Andalucía. Un momento de conexión místico entre la hinchada y jugadores, solo comparable con el canto del You’ll Never Walk Alone de los fanáticos del Liverpool en Anfield.  

Ese canto fue el único momento de tranquilidad que se vivió en las graderías de la cancha del Sevilla Fútbol Club, en adelante los abucheos e insultos a Sergio Ramos fueron la tendencia durante los 90 minutos de fútbol.

El capitán del Madrid vivió una noche de pesadilla en el estadio que años atrás fue su casa, pero que tras su partida al equipo merengue se convirtió en territorio hostil. Los aficionados que algún día lo apoyaron y respetaron, jamás le perdonaron que se fuera a jugar con la escuadra madrileña, y aunque el central español ha tratado de reconstruir la relación durante los últimos once años, el gol de penalti anotado a lo Panenka en la eliminatoria de la Copa del Rey del pasado jueves y la posterior celebración desafiante, rompieron definitivamente cualquier lazo que unía a Ramos con el sevillismo.

Sevillismo que ayer se hizo sentir como en las buenas noches de Europa League, competencia que tantas alegrías le ha dado a los seguidores del Sevilla, que solo interrumpieron los insultos hacia el capitán merengue para concentrarse en alentar a su equipo, especialmente, después de que Cristiano Ronaldo transformara una dudosa pena máxima cometida por el portero Rico sobre Carvajal en gol.

Ese aliento ensordecedor del Pizjuán fue consecuencia directa del entrenador Jorge Sampaoli, que con su estilo de juego ultraofensivo y vertiginoso, acertó con los cambios y tuvo la claridad para acomodar a su equipo en la cancha para acabar con el invicto de 40 fechas de Real Madrid.

Ni el mejor historiador pudo imaginar el desenlace de la épica remontada, que comenzó con un gol en contra del verdugo del sevillismo. Sergio Ramos en su afán por despejar un centro, cabeceó el balón y lo envió al fondo de la portería de Keylor Navas para provocar el delirio de la afición rojiblanca, que al ver que su entrenador no se conformaba con el empate y ordenaba a sus jugadores para ir por el partido, se olvidó de los insultos hacia el central del Madrid y comenzó a alentar.

La garganta de los 42.500 aficionados se escuchó como el rugido de un monstruo milenario, como un kraken devorador de ciudades que intimida hasta el más valiente de los guerreros.

La unión entre jugadores, entrenador e hinchada provocó que el invicto Real Madrid poco a poco se replegara y cediera la pelota al Sevilla, que cada vez se acercaba con más peligro a la portería del costarricense.

Sampaoli, a quien ya en Andalucía muchos le otorgan poderes divinos y piden su beatificación para elevar sus plegarias al nuevo patrono del sevillismo, echó mano de su refuerzo estelar de invierno para ganar el partido. El montenegrino Stevan Jovetic, quien en su debut tres días antes ya le había marcado al Madrid entró a la cancha.  Y en el tiempo añadido, esos minutos adicionales que tantas veces le han entregado alegrías al madridismo, anticipó a su marca en un lateral y tras un galope similar al de un caballo pura sangre español, dejó atrás a sus rivales y con un auténtico bombazo envió el esférico a la esquina izquierda de la portería de Navas, para la erupción total del Pizjuán.